REPASO HISTÓRICO SOBRE LA VIOLENCIA DE GÉNERO

La cifra de las mujeres asesinadas por violencia de género a manos de sus parejas o exparejas nos parece aterradora. Desde enero de 2003, año en que empezó el  registro, se han contabilizado 1075 feminicidios y en lo que va de año 42. Quizá podemos pensar que estamos peor que nunca, ya que no conocemos las cifras anteriores, sin embargo estamos seguras que esto no es así, es justo al contrario. Son las luchas de las mujeres y la mayor concienciación de toda la sociedad la que ha obligado a tomar conciencia de esta situación, hacerla visible y llevar este a cabo este recuento. Si no se conocen las cifras anteriores no es porque no asesinaran mujeres, sino porque  no se consideraban un crimen específico que mereciera la pena ser contabilizado.

Hay que recordar que durante la dictadura de Franco y hasta no hace tanto tiempo estos crímenes se consideraban “crímenes pasionales”. El término pasional hace pensar que es el amor el que lleva a realizarlo, pero estos crímenes siempre han estado ligados a una cuestión de género. La expresión se ha utilizado para referirse a las relaciones sentimentales entre un hombre y una mujer, en las que el agresor ha sido mayoritariamente el hombre y el móvil del crimen se ha achacado a los celos, el sentido de pertenencia o a la ira. Este punto de vista minimiza las agresiones contra la mujer, al poner el origen en la pasión amorosa, se entiende que los celos son un sentimiento normal en los enamorados y esta idea tiende a culpabilizar a la víctima (algo habrá hecho para provocar los celos) y rebaja la culpabilidad de los homicidas. En realidad, estos crímenes siempre han sido consecuencia de malos tratos y de una violencia previa soportada durante mucho tiempo.

Hasta ahora estamos hablando de los asesinatos, por supuesto, el caso más grave de violencia, pero estos casos son solo la punta del iceberg del maltrato que muchas mujeres han soportado durante años, palizas y todo tipo de violencia física; humillaciones, control, sometimiento, desvalorización y otras violencias psicológicas. Todo esto se ha soportado en silencio, en muchos casos pensando que era una situación normal y que solo quedaba la resignación y como este era el sentir general de la sociedad las mujeres no tenían a quien acudir y nadie que las ayudara. Todavía en 1997 decía Ana Orantes en televisión: “No tenía dónde ir. No podía irme con mis padres ni con nadie. Tenía que aguantar que me diera palizas. Paliza sobre paliza” y como sabemos estas declaraciones le costaron la vida.

 

Para poder entender cómo era posible esta situación tenemos que recordar qué sociedad es la que había creado el franquismo. El régimen franquista acabó con todas las conquistas que las mujeres y el feminismo habían conseguido hasta entonces. Las mujeres casadas no tenían acceso al mercado laboral. Según el Fuero del Trabajo promulgado en 1938 únicamente podían trabajar las mujeres solteras o viudas y si se casaban, debían firmar su despido voluntario un mes antes del enlace, según la Ley de Reglamentaciones Laborales de 1942. En cuanto al adulterio, hasta 1963, se recogía la “venganza de sangre” en la que el marido o padre de la mujer adúltera podía asesinarla. Por supuesto, el aborto estaba penalizado. El Código Penal castigaba con arresto mayor “a todos aquellos que vendieran, anunciaran, suministraran o divulgaran cualquier medio o procedimiento capaz de facilitar el aborto” y castigaba a la mujer con penas que podían significar el ingreso en prisión. Todas estas restricciones tenían su base ideológica en la exaltación del patriarcado y la glorificación de la maternidad en la que coincidían el falangismo y el catolicismo, bases del pensamiento del régimen. La maternidad es la misión fundamental y casi única en la vida de las mujeres y esa será su función social, de ahí derivará su aislamiento en el espacio privado y su separación del mundo productivo y político.

Esta situación nos puede parecer muy antigua y superada, pero no es así es un recuerdo vivo para muchas yayaflautas y creemos muy conveniente recordar de dónde venimos ante estos tiempos en que, por parte de algunos, se intenta negar la evidencia de la violencia contra las mujeres y blanquear el franquismo presentándolo como un tiempo de tranquilidad y orden. ¡No compañeras, no fue así, nosotras lo recordamos perfectamente!

Artículo publicado en Madrid en Acción