Lunes en Sol: ¡Aquí estamos las feministas!

El lunes 7 de febrero dedicaremos nuestro lunes en Sol a animar a la participación en la manifestación del 8 de marzo y a recordar las reivindicaciones del movimiento feminista.
Aunque algunos partidos nieguen la violencia específica contra las mujeres y muchas personas contrapongan feminismo a machismo, la lucha feminista sigue siendo necesaria, no es algo superado.
El feminismo lucha por la igualdad entre mujeres y hombres. Por eso, este 8 de marzo las mujeres volveremos a salir a la calle. Porque vivimos en un sistema machista y patriarcal que invisibiliza e infantiliza a las mujeres:
• Reclamamos una vida libre de violencias machistas, tanto en el ámbito familiar y social como en el institucional.
• Queremos una educación afectivo-sexual basada en la igualdad, la diversidad y la libertad.
• Exigimos que todas las mujeres puedan ejercer libremente y sin acoso su derecho al aborto.
• Queremos Servicios Públicos universales que cubran todas nuestras necesidades esenciales: educación, sanidad, vivienda, recursos energéticos, cuidados y dependencia.
• Reclamamos acabar con la precariedad. Trabajos dignos en igualdad.
• Exigimos derribar fronteras. Ningún ser humano es ilegal.

Porque las mujeres, cada una con su situación de edad, procedencia, trabajo… sufrimos situaciones de discriminación, por eso NOS VEMOS EL 8 DE MARZO.
¡JUNTAS SOMOS MÁS FUERTES!

Manifiesto feminista 2022

8 de marzo de 2022
Derechos para todas, todos los días
Las feministas tenemos un plan: vamos a cambiar el sistema. El feminismo tiene las herramientas y el espíritu
combativo para acabar con todas las violencias generadas por la desigualdad. La lucha feminista que nos reúne hoy
nos enseña a reconocer los gestos que sostienen el mundo, a reconocer la vulnerabilidad, la ternura y la interdepen-
dencia, a defender una igualdad radical que no acepta que haya unas vidas menos válidas que otras. Nos da una
mirada política que identifica en el patriarcado, el capitalismo, el colonialismo y el extractivismo las causas de esta
desigualdad y esta violencia. Nosotras vamos a cambiarlo todo.
En la Comunidad de Madrid hay muchísimas asambleas y colectivos feministas. Somos grupos de 5, 20, 100
mujeres, organizadas desde lugares diversos y situaciones diferentes. Luchamos contra el racismo sistémico, los
desahucios y la pobreza energética; desde la conciencia de la crisis climática y la falta de medidas eficaces para
detenerla; contra la desigualdad e injusticia omnipresentes; contra los asesinatos, violaciones, violencias vicarias
y todas las violencias machistas. Combatimos nuestra precarización y vulnerabilización y creamos espacios de
reflexión y acción política. Nosotras, las feministas, las mujeres precarizadas, empobrecidas y violentadas; disi-
dentes de sexo, género y expresión de género; migradas y racializadas; gordas, discas, menores, dependientes,
defendemos derechos para todas, todos los días.
Puede que la chispa que nos incendie sea la defensa de un mural, un desahucio, un barrio sin suministro
eléctrico, el cierre de un espacio de igualdad o el desalojo de un centro social; la exclusión sanitaria de las personas
migrantes, el despido de unas compañeras, el desprecio por la vida de las personas mayores o el penúltimo asesi-
nato machista. No faltan motivos, especialmente estos dos últimos años, en los que la gestión de la pandemia ha
agravado las violencias machistas, ha aumentado la carga de trabajo de cuidados de las mujeres, ha ahondado en
todas las brechas sociales y ha precarizado aún más si cabe las vidas que se juzgan menos válidas.
Pero, a la vez que protestamos, las feministas organizadas en nuestras comunidades conseguimos muchas cosas
que no necesitamos reclamar: Plantamos huertos y okupamos edificios para las familias desahuciadas. Abrimos
centros sociales para crear cultura, arte y pensamiento popular e inclusivo; clubes que fomentan un deporte
colaborativo. Editamos vídeos, textos, canciones; fabricamos conocimiento, reciclamos ordenadores y bicicletas.
Alimentamos barrios, limpiamos montes, creamos redes de apoyo escolar, de sostén y asesoramiento para la
salud mental, para defendernos ante los abusos policiales, laborales, de vivienda, contra las violencias machistas.
Aprendemos que no estamos solas y que somos diversas. Aprendemos a compartir la vulnerabilidad. Aprendemos
que si nos tocan a una, nos tocan a todas, que no podemos dejar a ninguna atrás. Aprendemos a caminar despacio
para esperarnos y a correr cuando se necesita. Aprendemos la alegría de estar juntas, disfrutamos imaginando en
común ese mundo que ya estamos transformando. Vivimos un poco en él, incluso. Aprendemos que organizarnos
es empezar a vencer.
Desde hace más de 40 años, las feministas de Madrid nos organizamos en la Comisión 8M para preparar esta jorna-
da de lucha y reivindicación. El año pasado se prohibieron las manifestaciones del 8M en la Comunidad de Madrid.
Hoy el Tribunal Constitucional ha admitido a trámite, de momento, tres de los recursos que interpusimos ante la
prohibición, confirmando que existen indicios claros de que se vulneraron derechos fundamentales. Pero lo que está
en juego es mucho más que una manifestación. Se busca deslegitimar y criminalizar a los colectivos, asociaciones
y personas que, desde los feminismos, plantean una alternativa radical al modelo basado en el individualismo, el
consumismo y la privatización que impera hoy, especialmente en la Comunidad de Madrid.
Ante las agresiones de la extrema derecha, ante las políticas del sálvese quien pueda de la Comunidad de Madrid,
que ni siquiera ejecuta el escaso presupuesto destinado a combatir las violencias machistas; ante el retroceso
en derechos y libertades y el clima casi irrespirable; ante el aumento de la violencia, la misoginia, el sexismo y la
LGTBIfobia, las feministas salimos hoy a las calles para visibilizar juntas la fuerza y diversidad del feminismo y
nuestra potencia transformadora.
Exigimos una educación pública, universal, gratuita y de calidad. Que aumente el profesorado y el personal de apo-
yo, que reconozca su labor, les pague bien y reduzca las ratios en las aulas. Pero también una educación sexual y
afectiva que abrace y celebre todas nuestras identidades y opciones sexuales, que combata las violencias machistasen todas sus formas, que eduque en la corresponsabilidad, la equidad, la autonomía y la libertad. Queremos un cu-
rrículum basado en la interculturalidad, que reconozca la diversidad y las aportaciones de todos los grupos sociales,
como el pueblo gitano; que abandone el paradigma androcéntrico, extractivista, eurocéntrico y colonial; que celebre y
fomente la riqueza lingüística y cultural del Estado español y que incluya de manera efectiva la diversidad funcional.
Exigimos una sanidad pública, universal, gratuita y de calidad, que remunere y valore adecuadamente a quienes
trabajan en ella, ocupen el puesto que ocupen. Pero una sanidad que garantice el derecho al aborto; libre de violen-
cia obstétrica; que garantice todos los derechos reproductivos y sexuales y se dote de recursos para ejercerlos con
dignidad; que respete la intimidad y la autonomía de todas las personas, que atienda nuestro bienestar emocional
y psíquico; que combata los sesgos capacitistas, de clase, de género, LGTBIfóbicos y racistas; que ponga la salud
de las trabajadoras por encima de los intereses de las empresas. Queremos salud, entendida como bienestar físico,
mental y social, no solo como ausencia de afecciones y enfermedades.
Nuestra salud es incompatible con la violencia que ejerce sobre nuestros cuerpos, corazones y mentes eso que
llaman el “mercado” de trabajo, en complicidad con el mercado de la vivienda. Exigimos condiciones laborales
dignas para todas: acabar con las externalizaciones, la temporalidad y las jornadas parciales no deseadas; acabar
con los abusos empresariales, con la explotación de las autónomas y con la marginalización de las jóvenes y de
las personas con diversidad física e intelectual. Exigimos que ni los derechos sociales ni la situación administra-
tiva se vinculen al trabajo asalariado; que se cierren las brechas, tanto salarial como de las pensiones; que se
refuerce la inspección laboral. Exigimos que se atienda especialmente a los sectores feminizados, precarizados e
invisibilizados (jornaleras, limpiadoras, kellys) y que se ratifique de una vez por todas el Convenio 189 de la OIT
sobre el trabajo doméstico.
Exigimos un sistema de atención a la dependencia público, universal, gratuito y de calidad. Pero un sistema que
priorice la autonomía, la independencia, la dignidad y la libertad de las que necesitamos estos cuidados y de las que
cuidamos; que garantice las condiciones laborales de las trabajadoras del sector, muchas de ellas migrantes. Quere-
mos vivir plenamente todas nuestras vidas: personal, afectiva, familiar, militante y, si no queda más remedio, laboral.
Exigimos una justicia gratuita, universal y accesible. Pero una justicia que nos escuche, que nos crea, que no
nos exponga; que elimine los sesgos patriarcales, racistas, clasistas y capacitistas. Una legislación que respete
nuestra libertad sexual, que no nos victimice, que busque soluciones que no pasen solo por la tipificación de de-
litos y el aumento de las penas; que persiga eficazmente la trata con fines de explotación laboral y explotación
sexual. Exigimos el derecho a la autodeterminación de sexo y/o género para todas, sin limitaciones. Exigimos la
regularización de las personas migrantes, la derogación de la ley de extranjería y el fin de la represión asesina en
la frontera sur, el cierre de los CIES y el derecho al voto de todas las personas que viven en el Estado español.
Queremos un mundo sin muros, ni fronteras, ni guerras. No queremos explotar a nadie. No queremos sustentar
nuestra vida sobre la explotación de otros territorios, de otras poblaciones, de otras mujeres. Nuestro bienestar no
puede depender de un sistema colonial que oprime a tres cuartas partes de la población, ni de un sistema extracti-
vista que amenaza con destruir el planeta.
Somos un grito global: Nuestra lucha es la de todas, en todos los lugares del planeta. Somos un grito global que
viene de lejos: Las miles de mujeres que padecieron la represión franquista en todas sus formas son parte de
nuestra memoria democrática y feminista. Somos un grito global que llega de lejos: Caminamos con las defensoras
indígenas de la tierra, con las mujeres polacas, brasileñas, húngaras, indias y todas las que se enfrentan a gobiernos
fascistas; con las mujeres mexicanas, sudafricanas, salvadoreñas y todas las que se organizan ante los feminicidios
y la complicidad de sus gobiernos; reivindicamos la libertad y agencia de las mujeres afganas, palestinas, malienses,
kurdas, saharauis y de todas las que resisten las guerras, las diásporas y los exilios. Nos fortalecen las victorias:
hemos sacado los pañuelos verdes con nuestras compañeras argentinas y colombianas y su conquista del derecho
al aborto y hemos vibrado con nuestras hermanas chilenas y su grito contra la violencia. Hacemos nuestras todas y
cada una de las resistencias que las mujeres están batallando, desde sus territorios y sus cuerpos.
El movimiento feminista, en toda su diversidad, construyendo múltiples y valiosísimas alianzas, es una caja de
resonancia de toda la conflictividad social, así como del deseo y el entusiasmo por cambiarlo todo, desde la con-
vicción de que un mundo justo es posible. Somos un movimiento de genealogías diversas que transforma todos
los aspectos de la vida.
En este contexto de crisis global, las feministas tenemos un plan, dibujamos otra trayectoria posible, con una poten-
cia feminista que atraviesa fronteras y derriba muros. Nos llamamos a seguir caminando juntas, a seguir en rebeldía
hasta que la sociedad feminista que queremos sea una realidad para todas y cada una. ¡Derechos para todas!
Ayer, hoy, mañana, todos los días, ¡aquí estamos las feministas!