Cómo queremos vivir en colectividad

En la última reunión del 13 de junio del Grupo de Debate Yayoflauta (ver pestaña de selección de este tema y categoría) ,se apuntaron algunas ideas que se podrían sintetizar en una pregunta: ¿Cómo dar la vuelta a las acciones de protesta y convertirlas en propuestas? El reto de cara a nuestros próximos encuentros estaría en ir ideando modos de acción de lo que queremos, modos de poner en práctica cómo queremos vivir en colectividad. Quedamos en ir viendo, leyendo y tomando notas de cuanto se nos ocurra para lo cual se aconsejaron películas y lecturas:

 

Una película decisiva para nutrirnos de ideas y esperanzas es «Mañana»

 

Un libro que también puede acompañarnos en la reflexión es «Beaubourg. Una utopía subterránea», de Albert Meister.

 

Otro libro es «La revolución», de Landauer, editado por “Enclave” del que Isabel Cobo nos proporciona el prólogo de Landauer  que, además,  comenta para lograr nuestro interés por leer el libro completo.

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Resulta curioso con qué sincronía una película («Mañana»), un libro («Beaubourg») y un prólogo de otro («La revolución») confluyen en una misma dirección y nos pueden ayudar a avivar nuestro debate y nuestros proyectos.

 

Comentarios sobre el texto de Landauer:

 

Landauer verá en la revolución social no solo la ocasión de aparición de lo nuevo, sino de desvelamiento de lo que ya era existente: la comunidad humana a la que siempre han permanecido unidas las personas y cuyo lugar el Estado ha usurpado progresivamente.

 

– Busca asentar la revolución social sobre una vasta federación de experiencias constructivas que sirvan para alentar el nuevo espíritu de transformación.

 

– Su idea es fundar comunidades agrarias y artesanas que tengan por objeto servir de base al proyecto revolucionario.

 

– Su ideal anarquista, más que basarse en la destrucción directa del Estado, se basaba en la posibilidad de crear relaciones al margen de este. Vivir otra vida fuera del Estado y la sociedad capitalista.

 

«La discusión lanzada por Landauer en favor de un movimiento liberado de los dogmas y del progreso y de las teologías decimonónicas -se concluye en el prólogo- es hoy de plena actualidad. También lo es el problema fundamental de la proyección de una sociedad a partir de experiencias constructivas y autónomas tales como cooperativas agrícolas, escuelas libres, redes alternativas de distribución de bienes o redes de apoyo mutuo basado en el intercambio de servicios. Por un lado, todas estas experiencias proporcionan la oportunidad de vivir ya, en buena parte, de otro modo. Constituyen una posibilidad genuina de educación en formas de autonomía. Poseen un valor inherente porque generan en las personas actitudes y comportamientos que prefiguran la idiosincrasia de una sociedad igualitaria, más equilibrada y armoniosa con la naturaleza… Una vía abierta a la deserción…»

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