La transición ya ha comenzado a espaldas de la ciudadanía
….Y hemos de darnos más prisa para disputarnos con los poderes fácticos la soberanía popular.
La oligarquía está utilizando la crisis en su propio beneficio, ampliando su control sobre el pueblo.
En España se viene produciendo una corrupción sistémica, conectada con los poderes económicos. Además, la atención mediática, con toda su influencia, se dirige a los partidos políticos y a las múltiples formas de parasitismo, enriquecimiento personal y comportamiento mafioso en el gobierno y la administración pública, debilitando al verdadero actor decisivo: el poder económico.
¿Cómo mandan los que no se presentan a las elecciones?, es decir, ¿cómo controlan e influyen en las decisiones de la clase política los que tienen el poder económico?: la corrupción, directa o indirecta, ha sido y es el mejor instrumento, sabiendo, nunca se debe de olvidar, que ellos tienen un poder estructural en nuestras sociedades.
Para decirlo con mayor precisión: el problema, aquí y ahora, es la “captura” del poder político por los grupos de poder económicos, mediáticos y financieros. La separación cada vez más profunda entre las demandas de las mayorías sociales y las políticas de los gobiernos, la sumisión absoluta ante las decisiones de la troika (auténticos chantajes a las poblaciones) son algunos de los datos más relevantes del control que los poderosos ejercen sobre una clase política cobarde y dependiente que gobierna contra las personas.
Cuando se habla de la derrota de la política nos estamos refiriendo a esto: la soberanía popular tiene cada vez menos poder frente a los grupos económicos y la tupida red de tecnócratas que los representan.
La transición ya ha comenzado y se está haciendo a espaldas de la ciudadanía. Las maniobras son muchas y aparecen por todos lados. Se puede decir que los poderes fácticos empiezan ya a definir opciones posibles, intentando incluso captar a dirigentes y cuadros de los movimientos alternativos, dando voz y medios a posiciones aparentemente rupturistas pero que acaban por consolidar un modelo de Estado y unas relaciones de poder funcionales a los grupos económico-financieros dominantes.
Ante una situación así definida caben, al menos, dos opciones: defender lo existente o disputarle la hegemonía a los poderes dominantes. La transición ya ha comenzado y lo decisivo es que los “comunes y corrientes” participen y le disputen el gobierno de la misma a los poderes fácticos.
Se trata de definir un proyecto de país, de hacer política a lo grande, que organice un nuevo modelo de desarrollo al servicio de las necesidades básicas de las personas, que profundice y amplíe los derechos sociales y sindicales y, lo fundamental, que construya una democracia económica y ecológica. La pieza maestra: el poder de la ciudadanía. Lo que esto significa está claro: proceso constituyente y desarrollo de la soberanía popular para construir una nueva clase dirigente nacional-popular. A esto es lo que llamamos Revolución Democrática.
Fuente: Versión resumida del artículo d Manuel Monereo, de la Coordinadora Nacional del Frente Cívico-Somos Mayoría