Mi cuñada y Telefónica
Tengo una cuñada que se ha dado de baja en Telefónica porque la compañía ha fichado a Rodrigo Rato. Me gustaría poder contar que en mi familia personal y política somos muy nuestros, pero me temo que más bien no. Es verdad, no obstante, que de vez en cuando aparece alguien muy suyo, en este caso muy suya, y nos redime un poco a todos. A mi familia le pasa como al país en general: que está cabreada, pero no hace mucho para extirpar ni combatir las causas de su cabreo. En realidad, ni siquiera hace aquello que está en su mano hacer, que nunca es mucho pero siempre es algo.
Seguro que a un porcentaje no abrumador pero sí significativo de clientes de Telefónica les indignó enterarse de la contratación por unos 200.000 euros al año, céntimo arriba céntimo abajo, del ex ministro de Economía y uno de los 32 imputados en el caso Bankia, cuya ruina bajo la presidencia de Rato le costará a mi cuñada y al resto de los españoles unos 24.000 millones de euros, céntimo arriba céntimo abajo. Y seguro también que poquísimos de esos indignados clientes hicieron lo que había que hacer: llamar a la compañía y borrarse. En realidad, Telefónica ha fichado a Rato porque puede ficharlo, porque sabe que hacerlo no le reporta ningún coste social o económico relevante, porque calcula, con buen criterio, que habrá mucha gente que se cabree pero casi ninguna que lleve su cabreo tan lejos como darse de baja.
Apenas conozco los detalles, pero en esta historia ejemplar que les relato es fácil imaginar al otro lado de la línea el estupor del pobre operador, seguramente venezolano, argentino o colombiano. Le atiende Hugo Iván Sepúlveda, ¿en qué puedo ayudarle? En una cosita fácil: en darme de baja. ¿Alguna queja con el servicio telefónico? Ninguna; me borro porque habéis contratado a Rato. Pero señora… Ni pero ni señora; de entrada me vais borrando, pero ya mismo, ¿estamos?, ya mismo, y el día que Telefónica despida a Rato, me llamáis, me hacéis una buena oferta y a lo mejor vuelvo a apuntarme. Los mafiosos de las películas, cuando van a matar a alguien, suelen dirigir a su víctima estas delicadas palabras: “No es nada personal, son sólo negocios”. Esta cuñada peliculera que digo debió pensar algo parecido pero al revés cuando decidió marcar el número de atención al cliente: “No es nada de negocios, es sólo personal”.
Darse de baja de las compañías que hacen cosas que no deben es una forma de hacer política, como votar el día de las elecciones. Hay que seguir votando, sí, pero también hay que empezar a darse de baja en Telefónica. O donde sea. Estaría bien que las omnipresentes redes sociales empezaran a servir para algo más que para elevar a la categoría de trending topic las gilipolleces habituales. Estaría bien que algunas cuñadas fueran trending topic. Darle salida administrativa y contractual a nuestro cabreo personal es una forma de empezar. Tal vez no ganaremos, pero es seguro que molestaremos, y molestar a los poderosos es una forma de empezar a ganar.
Público.es