Mayores que luchan por mejorar la sociedad

Fuente: Revista «Vida Activa», por Paula Morera

¡Convéncete de tu poder!

Según Pilar Goytre, las personas mayores “tienen que ser conscientes de su poder, saber que aún pueden ha- cer muchas cosas y conocer la satisfacción personal que produce el servir de ayuda. Aunque nunca se haya sido una persona muy concienciada socialmente, se puede empezar a serlo uniéndose a grupos que ya están creados y que están realizando acciones que consiguen cambiar algunas cosas, aunque sean pocas. Tiene que haber un ejemplo ya en marcha para que las personas que están en sus casas se animen a participar. Hay un sinfín de co- sas que hacer y que arreglar para mejorar la sociedad”.

LAS PERSONAS MAYORES son una pieza fundamental para nuestra sociedad. Su experiencia y entrega son de gran valor, no solo dentro del círculo familiar, sino también para el resto de la ciudadanía. Algunas personas han optado por dar un paso más y convertirse en activistas, ya sea en plataformas cívicas, organizaciones no gubernamentales y otras fórmulas de asociación que persiguen el bien común.

Muchos de los que fueron jóvenes durante la década de 1960-1970 fueron testigos, de forma directa o indirecta, de los numerosos mo- vimientos sociales pacifistas de aquella época. Ahora, muchos de aquellos jóvenes son mayores que continúan teniendo muy presente los ideales que marcaron su juven- tud y que se mueven y organizan en asociaciones que buscan poner su granito de arena para hacer de este mundo un lugar mejor.

SEGUIR EN CONTACTO CON LA REALIDAD

El activismo social permite al mayor seguir en contacto con la realidad y vivir muy de cerca acontecimientos que marcan la actualidad política y social. El activista se convierte en protagonista y testigo de la realidad social, es un sujeto activo y no pa- sivo, alguien con cierto poder para cambiar lo que ocurre a su alrededor y mejorar las vidas de los demás.

La fórmula más habitual de asociación suele ser la vecinal, ya que, por lo general, las personas tienden a sentirse más involucradas con lo que ocurre más cerca de sus hogares. En este sentido, se pueden considerar activistas todos aquellos que colaboran con organizaciones humanitarias para el cuidado de enfermos, de niños e incluso de animales de compañía. Hasta quienes participan en comedores sociales, organizan mercadillos benéficos y recogida de material escolar, ropa o alimentos son tam- bién considerados activistas. La cuestión, sea cual sea la ideología o motivación personal de cada uno, es que el activista es una persona que no se queda quieta y tiene un papel importante en todo lo que influya de forma positiva sobre su círculo social más inmediato.

EL CASO DE LOS ‘YAYOFLAUTAS’

Surgidos a raíz de distintos movimientos sociales, englobados bajo la estela del conocido como “Movimiento 15-M”, los mediáticos ‘yayoflautas’ suponen la expresión de un malestar social que también afecta a nuestros mayores. Como asociación, nacieron en Barcelona en octubre de 2011, y decidieron autodenominarse ‘yayoflautas’ como un término simbólico que hace referencia tanto a su edad como a su espíritu combativo.

En palabras de Pilar Goytre, responsable de Comunicación de esta plataforma en Madrid, “Yay@ flautas” es “un colectivo de personas maduras que, basándonos en nuestra experiencia, queremos ayudar a parar el retroceso social que está produciendo esta crisis económica”. En cuanto a su perfil medio, lo sitúa como “una persona de 55 a 70 años (más mujeres que hombres) que aún trabaja o está recién jubilada y que en su juventud perteneció a movimientos políticos, vecinales o asociaciones por los derechos humanos. Son personas que no se resignan a perder todos los logros sociales conseguidos tras la dictadura y que luchan para que sus hijos y nietos también puedan disfrutar de ellos y tengan una vida digna”.

Entre algunas de las acciones organizadas por la asociación se encuentran la asistencia a manifestaciones y concentraciones pacíficas, y el apoyo a las plataformas antidesahucios. Éstas últimas, cuenta Pilar, “son las más exitosas. El hecho de conseguir parar un desahucio compensa con creces el trabajo y las molestias que causa tener que madrugar y el estrés que se produce al ver la situación de las familias desahuciadas. Además, ayudar a conseguir la paralización de las leyes dictadas por el gobierno contra sus propios ciudadanos es un éxito que repercute en el bienestar de todos”.

“Lo más satisfactorio es saber que tu experiencia puede ayudar a cambiar las cosas que no te gustan, que aún estás capacitado y tienes fuerzas y vitalidad para conseguir las metas que te propones, y que tu ejemplo puede servir para que otras personas se animen a partici- par en la resolución de problemas sociales y a mejorar su entorno”, asegura Pilar.

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