Homicidas en potencia, en la sanidad
Por Javier Medel, miembro de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública.
«Consternado esta mañana con, posiblemente, el mayor escándalo en la Sanidad británica en muchos años. Imaginen, 1.200 muertes entre 2005 y 2009 en el Stafford Hospital debidas, principalmente, a la pésima atención prestada a los pacientes. ¿El motivo? Las conclusiones del propio informe son demoledoras al respecto: porque se primó la rentabilidad y el recorte de gastos por encima del bienestar de los pacientes. ¿Les suena de algo?
En los periódicos británicos se pueden leer esta mañana estremecedoras historias de médicos y enfermeras con baja cualificación, enfermos bebiendo de los floreros porque no tienen ni siquiera vasos, durmiendo en sábanas manchadas de excrementos, en ocasiones sin comer porque el personal es tan reducido que no consiguen abarcar a toda la planta… Las palabras de una polaca de 86 años, ya fallecida, asegurando que “al menos en Auschwitz tenía amigos, pero aquí ni eso”. Las recuerda su propia hija, que describe el hospital como un lugar de sufrimiento.
¿Saben qué es lo peor de todo? Que la historia será noticia, pero no actualidad, es decir, que las denuncias vienen repitiéndose año tras años y nadie ha hecho nada al respecto. El informe de la investigación, suscrito por Robert Francis, habla de “fallos a todos los niveles del sistema” o, dicho de otro manera, cómo la Administración miró para otro lado obviando la acumulación de denuncias. De otro modo, ¿cómo se explica que los resposanbles del hospital no sólo no hayan sido despedidos o expedientados sino que, además, hayan ascendido?
Lo preocupante es que el Stafford Hospital no es una excepción; es que al menos cinco hospitales más serán investigados en los próximos meses porque las tasas de muertes que registran superan con creces la media. De hecho, recuerdo estadísticas de hace un año en las que se advertía de que, si caías enfermo, mejor era no hacerlo en fin de semana porque las defunciones esos días se disparaban. ¿Tendrá algo que ver con que esos días hay mucho menos personal?
Hablando en plata, un sistema ideado de esta manera, en el que se prima la rentabilidad privatizando la gestión de la Sanidad, convierte a los gestores y, por extensión, a quienes allí les pudieron, en hocimidas (¿involuntarios?), a la luz de los resultados. Si miramos a España, en homicidas en potencia porque aun no se han consumado los hechos de la privatización con la crudeza y saña con que se ha previsto en comunidades como la madrileña o la castellano-manchega.
El razonamiento es de Perogrullo y quizás por eso ningún lumbreras de los gobiernos regionales del PP ha sido capaz de responder con acierto:
1.- La Administración asegura que la Sanidad es deficitaria y por eso privatiza su gestión.
2.- ¿Está privatizando pérdidas? ¿Qué empresa privada de este mundo está dispuesta a hacerse cargo de un negocio ruinoso? Ninguna.
3.- ¿Qué hará entonces la concesionaria de la Sanidad? Recortar gastos, hacer el negocio rentable, ya sea reduciendo personal, cobrando a los acompañantes, cerrando quirófanos, urgencias… lo que sea menester.
El PP asegura que la Sanidad seguirá siendo pública pero, ¿con qué calidad? En Castilla-La Mancha, por ejemplo, ¿cuántos padres saben que la prueba del talón que hacen gratuitamente a sus bebés es manifiestamente peor que la que se realiza en el País Vasco (dejándose sin comprobar diversas patologías)? De consumarse los planes del PP de extender la privatización a la Sanidad, llegar a una situación como la del Reino Unido es cuestión de tiempo. Y entonces, soluciones absurdas como la que hoy propone Cameron de vincular el sueldo de las enfermeras al rendimiento serán una bazofia. Una medida que algún dirigente del PP en Valencia ya ha propuesto con los médicos, por cierto, sin precisar cómo se mide ese rendimiento.
La privatización de la Sanidad está alumbrando homicidas en potencia y no me refiero a médicos y enfermeros, que son damnificados por estas políticas, sino a gerentes y políticos. No sólo es labor del personal sanitario impedir que ésto ocurra, sino de la sociedad en conjunto, antes de que caigan enfermos ustedes o algunos de sus familiares y recuerden las palabras de la difunta polaca, casi sintiendo nostalgia de Auschwitz».