25 de noviembre, día internacional para la eliminación de la violencia sobre la mujer
Las yayaflautas somos bastante mayores y a veces tenemos la sensación de haberlo visto todo, pero en los últimos tiempos han sucedido dos casos que nos han provocado sorpresa, indignación y rabia
El primer caso es el de la francesa Gisèle Pelicot que se está juzgando en estos momentos. Gisèle, que hoy tiene 72 años, fue drogada por su marido o, mejor dicho, anestesiada; en ese estado su marido la violó, pero no solo eso, también invitó a otros hombres a hacer lo mismo. Hay 50 hombres acusados ¡no uno ni dos, cincuenta! Estas violaciones sucedieron durante diez años, nuevamente ¡no uno ni dos, diez años! El marido filmó las violaciones y las almacenó en un disco duro con el rotulo “abusos”.
Gisèle, que no sospechaba nada de esto, ha declarado: “soy una mujer totalmente destruida”, sin embargo es una mujer valiente. Decidió que el juicio fuera público para que todo el mundo pudiera ver los videos de las violaciones y la cara de los agresores. Además, ha dicho una frase que se ha convertido en un nuevo lema para las feministas “La vergüenza debe cambiar de bando”, este lema es tan importante como el de Jeny Hermoso del año pasado “Se acabó”, ambos demuestran que las mujeres no estamos dispuestas a seguir soportando en silencio los abusos.
Lo primero que sentimos es sorpresa ¿cómo es esto posible? Si se ve en una película se piensa ¡qué exageración! se les ha ido la mano a los guionistas. Lo siguiente es indignación y rabia. ¿Qué es una mujer para estos hombres? Seguramente un trozo de carne para su disfrute. ¿Y el marido? 40 años de matrimonio y 3 hijos. No hay palabras.
El segundo caso es el de las niñas prostituidas de Murcia. En el año 2014 la policía liberó a un grupo de niñas menores de edad que eran prostituidas. Estas niñas provenían de familias vulnerables y aprovechándose de esta situación las engañaron. Las “mamis” les ofrecían la posibilidad de ganar dinero para gastos o caprichos fácilmente. Supuestamente lo único que tenían que hacer era hablar con un hombre mayor o darle un masaje en la espalda, pero después eran drogadas y violadas. Los usuarios de esta red de prostitución son hombres con dinero, profesionales liberales y empresarios.
Desde estos acontecimientos han pasado diez años y a causa de este retraso los acusados han podido llegar a un acuerdo con la Fiscalía. En el acuerdo admiten su participación en la red de prostitución y así evitan entrar en prisión ya que las penas son menores de dos años. Este acuerdo también prevé unas multas de entre 540 y 4.320 € e indemnizaciones para las víctimas de entre 500 y 2.000 €.
Otra vez el asombro y la rabia. ¡Sexagenarios que pagan por tener sexo con niñas de 14 años y no van a la cárcel! ¡Su condena son unas multas ridículas! Puede que sea legal, pero, desde luego, no es justo. ¿Así defiende nuestro sistema judicial a las víctimas? Vemos, como en otras oportunidades, que el sistema de justicia no protege a las mujeres de los abusos y las violaciones y menos todavía si provienen de familias pobres y marginales. Después de este juicio los culpables salen reforzados y las víctimas son de nuevo maltratadas.