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II carta de Yaya-Dulce a la Delegada Cifuentes

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A la atención de la Sra. Cifuentes
Muy señora mía.
Tengo el dudoso placer de volver a dirigirme a usted dos años después de mi última carta, fechada en mayo del 2012, cuando usted ya se empezaba a hacer dolorosamente célebre por su política represiva que me condujo varias veces a los juzgados, tanto a mi como a mi familia. Por cierto, siempre hemos ganado, sentenciando el juez en su contra el pagar las costas judiciales, que habremos pagado entre todos, y estamos esperando sus disculpas.
Me vuelvo a presentar porque seguramente no me recuerde. Tengo 54 años, en paro, tres carreras universitarias, milito en un partido de izquierda y colaboro con varias asociaciones populares siempre bajo el pacifismo que ha marcado mi vida y que aprendí de otros compañeros en aquellos años en que pensábamos que quedaba atrás nuestra peor pesadilla. Es decir, cumplo casi todos los requisitos que usted marca a la prensa para describirnos: rojo, descerebrado y violento que toma las calles. Como comprobará sin demasiado esfuerzo, hay muchos más universitarios en las calles que entre sus asesores y los de su gobierno.
Ayer la ciudadanía realizamos una «marcha por la dignidad 22M». ¿Una manifestación más? No. La manifestación que nos recuerda que es una vivencia indigna seguir tolerando pacientemente todos los desmanes a los que ustedes someten al pueblo. Mandó usted cargar a sus esbirros mandibuleros mientras tocaba la Solfónica en Colón sin que hubiera ninguna provocación. Lo sé porque estaba allí y hay varios videos que lo demuestran, porque es su forma de actuar y en pocos minutos empezaban los telediarios. Un amigo mío resultó herido en la carga, un violento de 73 años que tiene como afición recitar a Garcìa Lorca.
A los pocos minutos hizo que aparecieran sus sicarios en Tirso de Molina aterrorizando paseantes en un despliegue que me recordó el día de las fuerzas armadas, así con minúsculas, también sin ninguna provocación. Ustedes tomaron policialmente Madrid en un sinsentido mediático.
Y no es digno de ningún ciudadano seguir consintiendo tamaños desmanes, He oido en una cadena televisiva que está usted dispuesta a investigar las actuaciones de los violentos y me he alegrado mucho pensando que por fin va a hacer un estudio del estado mental de la UIP y sus mandos, así como del suyo propio.
Mientras tanto, y por dignidad, le quedaría muy agradecida si se decidiera a dimitir de cualquier cargo político y se fuera a disfrutar la pensión vitalicia que con tanta indignidad ha conseguido.

 

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