En recuerdo a Ana
Hoy nos encontramos de distintas procedencias y movimientos quienes tuvimos la suerte de y la osadía de soñar lo imposible con Ana. Compartimos comida y recuerdos quienes compartimos también sus luchas.
Apenas recordamos cuándo y por qué se unió a un grupo de yayoflautas, ya en los primeros años, pero sí recordamos todos a Ana como la Secre, que con un cariño especial acogía a quienes se nos acercaban para unir fuerzas. Recordamos a Ana como la mujer sencilla de mirada limpia que nos aportó muchas más soluciones que problemas, que contribuyó a dar un rostro profundamente humano a un movimiento que nacía indignado pero no crispado, donde el cariño pesaba a menudo mucho más que las ideas.
Ana ere la Secre porque lo tenía casi todo en orden, ahora creo que también era la Secre porque tenía Secre-tos y poderes especiales para conciliar, animar, escuchar y compartir. Hay quien dice que buena parte de esos secretos no se han perdido, que se los transmitió a Raquel entre los sueños y los suspiros de los últimos días.
Recuerdo el cariño con el que Ana nos enseñaba sus trabajos de encuadernación, el brillo en sus ojos cuando nos hablaba de sus compañeros de Itaca, el entusiasmo con el que nos invitó a compartir una jornada en Galapagar con vosotros, por el pueblo sirio, ya entonces dolorido de muerte.
Recuerdo su pasión por los faros, no sé si por la luz que dan a navegantes o porque son una atalaya desde la que escudriñar utopías en el horizonte. Desde la otra orilla de la vida quizá nos esté esperando desde uno de ellos para vernos llegar con la mochila llena de sueños cumplidos, porque lo imposible, sólo tarda un poco más en llegar.
Ovidio Bustillo
Galapagar. 4 de junio de 2014