La jubilada que nunca dejará de luchar por el estado del bienestar (Publicado hoy en: Publico.es)

Hay un enjambre amarillo que cada lunes, cuando cae la tarde, se posa en la Mariblanca. El pueblo la bautizó así por el color de su mármol y, sea Venus o Diana, bella o cazadora, la estatua vela por esta colonia de abejas que no se cansa de carretar el néctar de la protesta. Charo Segovia deja la colmena y, de repente, se siente extraña en medio de la Puerta del Sol. Se ha olvidado de quitarse el chaleco reflectante que cubre su gabardina y diferencia a estos veteranos luchadores de la masa que cruza la plaza madrileña. Sobre el color amarillo de la prenda, la imagen estampada de dos ancianos y una leyenda:Yay@flautas Madrid . Son un «grupo joven de personas maduras» que luchan por defender los logros sociales que tanto les costó alcanzar. «Y tenemos derecho a la autodefensa», apostilla un compañero sin perder de vista el panal.

 

Eso lo tuvo claro esta vecina de Chamberí desde la adolescencia. Aunque entonces, en los estertores del franquismo, aún había que conquistarlos. «Para la gente de mi edad es tristísimo haber alcanzado un estado de bienestar que después se han cargado de un plumazo». Charo tiene 69 años, cuatro de ellos viuda, y una pensión que enmagrece. «Ni en mis peores pesadillas imaginé que los madrileños iban a aguantar esta situación sin sublevarse pacíficamente». Y sigue hablando como si leyese un cuento en el que, a falta de un par de páginas, ganan los villanos. «Están privatizando la sanidad, que era la joya de nuestra corona. Los pensionistas llevamos tres años perdiendo poder adquisitivo. Nuestros hijos están hipotecados por haber comprado pisos con paredes de papel. Y yo he reducido tanto mis gastos que, aparte de ignorar lo que es el cine o el teatro, no pienso comprar más ropa hasta que se caiga a pedazos».

 

«Ni en mis peores pesadillas imaginé que íbamos a aguantar esto sin sublevarnos pacíficamente»

 

Hubo un tiempo pasado que no fue mejor, pero sí más apasionante. Ella y su marido eran administrativos y a bordo de un 600, «aquella maravilla de coche», conocían España de punta a punta. «Fui muy feliz en lo personal, pero muy desgraciada socialmente. La democracia, con sus muchos defectos, es mejor que aquella repugnante dictadura. En pocos años, pasamos de una paletismo siniestro a ser un país europeo».

 

Aunque tuvo que pagar ciertos peajes. Cuando se quedó en paro, fue consciente de que en las entrevistas no podía competir con candidatas jóvenes y sobradamente preparadas. Desechó la posibilidad de que la empleasen en otra gestoría y empezó a hacer horas como asistenta hasta cubrir los años que le faltaban para acceder al retiro. «Lo que he currado sólo lo sé yo. Y en negro, porque jamás me dieron de alta en la Seguridad Social».

 

«Los jóvenes lo tienen hoy más crudo, ya que nosotros veníamos de la miseria y ellos se han criado en la sociedad de consumo»

 

Charo no necesitó que llegase esta crisis para pasarlo mal. Sabe qué significa quedarse sin trabajo, con una hija, el marido ingresado y una hipoteca de 50.000 pesetas. «Sin embargo, los jóvenes lo tienen hoy más crudo, ya que nosotros veníamos de la miseria y ellos se han criado en la sociedad de consumo». Luego está lo que ella considera uno de los triunfos del sistema capitalista. «Han creado una clase media muy insolidaria. Gente que no tenía nada logró ciertas cosas que ahora quiere conservar. Pero el camino no es defender sólo tu propia parcela, sino la de todos. Lo que no se lucha no se consigue», opina esta activista sin carné.

 

«Dejé el PCE cuando Carrillo, sin contar con los militantes, reconoció la bandera. Llevé tal palo que me juré que ningún partido volvería a manipular mis ideas y sentimientos. Por eso estoy con los Yay@flautas, un colectivo anárquico donde los haya». Sin reinas, obreras, zánganos ni jerarquías que valgan.

Público.es

 

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