«Hay que recuperar los saberes de nuestros ancestros»

 

Las alternativas a nuestra actual forma de trabajo no son una utopía; existen y tratan de funcionar. Monedas locales, cooperativas o movimientos de autogestión.

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Experiencias locales con monedas alternativas: pumas, ekhis y boniatos

En ese camino, existen numerosas experiencias que se han puesto en marcha y están consolidadas en mayor o menor medida. Un ejemplo llamativo es el de las monedas locales, «instrumentos que buscan relocalizar la economía y nos permiten tomar las riendas de nuestro dinero. La moneda local es una manera de hacer frente al euro, una divisa que no controlamos. En general, son herramientas de intercambio, no de acumulación, porque no sitúan el dinero en el centro».

Algunos ejemplos son el Puma, «que se puso en marcha en Sevilla hace más de 10 años y cuyos usuarios tienen asegurado lo básico (alimentación y una dieta equilibrada, ropa, arte, cultura…)», y el Boniato, «un tipo de dinero virtual que funciona en el mercado social de Madrid». Asimismo, en Bilbao existe el Ekhi, la moneda impulsada por la iniciativa BilboDiru, «que lleva año y medio de trabajo y ya ha contactado con varios comercios del Casco Viejo para ponerla en circulación».

Otra experiencia destacable es la de Coomigrar, una cooperativa de mujeres que viven en Alicante y Valencia (España) y Risaralda (Colombia). Esta plataforma con experiencia migratoria busca «la dignificación de las mujeres emigrantes y de sus condiciones de vida, fomentando el reconocimiento de su aporte en los trabajos de cuidados».

Cooperativas y autogestión
La iniciativa está organizada conectando los países de origen y destino, de manera que «las mujeres que dejan su hogar para trabajar en el extranjero encontrarán condiciones laborales dignas y tienen garantizado que las personas allegadas que dejan en su país también serán cuidadas. Además, se facilita el retorno a estas mujeres en caso de que lo deseen».

Pandora, por su parte, «es una cooperativa formada por personas pertenecientes a movimientos sociales de Madrid. Trabajan el día a día poniendo en práctica real el reparto de trabajo equitativo y computando las horas laborales de forma flexible. Desde una visión intercooperativista, tienen en cuenta aspectos como la cobertura de sus necesidades (crianza, enfermedades…), la formación, el transporte y la creación de redes».

Por último, «hay que resaltar los conocidos ejemplos del pueblo de Marinaleda (Sevilla) y el SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadores). Apostando por la autogestión, sus miembros han luchado por recuperar las tierras -que en el caso de Andalucía están concentradas en muy pocas manos- y han reclamado su derecho a trabajarlas». Estas reivindicaciones, marcadas por la alta tasa de desempleo de la Comunidad, «conjugan la apuesta política y las acciones sociales (asentamientos, ocupaciones, manifestaciones…)».

«Se puede hacer porque ya se está haciendo»

Sólo tenemos que tomar las riendas y desterrar los discursos pesimistas. Ahora mismo, estamos inmersos en un tsunami, por lo que el trabajo en red es más necesario que nunca. Somos muchos, pero no hay un movimiento social que pueda hacer frente a la situación en solitario. Necesitamos el enriquecimiento mutuo y la participación conjunta de todos».

 

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